Historia de dos  reyes
KEN LOACH (director de cine) /  PAUL LAVERTY (Guionista) - 12/12/2009 
Nos han pedido que firmemos una carta suscrita por  numerosos escritores, artistas, políticos y sindicalistas de renombre y dirigida  al rey Juan Carlos I, en la que solicitan que interceda ante el rey Mohamed VI  de Marruecos para intentar salvar de algún modo la vida de Aminatou Haidar, que  se halla en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote. Aunque respetamos la  buena voluntad de los implicados -y comprendemos que todos ansiamos evitar una  tragedia- y en nuestro fuero interno esperamos que surta efecto, creemos que se  trata de una estrategia profundamente equivocada. No obstante, reconocemos que  esta iniciativa pone de relieve un hecho esencial: el rey Mohamed es la  única figura que goza de un poder real en Marruecos. Básicamente, en la  carta se pide al rey Juan Carlos I que le ruegue al rey de Marruecos que nos  haga el "favor" de resolver este lío.
Ha llegado el  momento de ser claros y dejar de agachar la cabeza. Mohamed VI posee una fortuna  estimada en dos mil millones de dólares por la revista Forbes, que lo sitúa en  octavo lugar entre los monarcas más ricos del mundo. Según la  Wikipedia, Mohamed y su familia tienen importantes intereses comerciales en el  sector minero, la alimentación, la venta al por menor y los servicios  financieros. Por otra parte, el presupuesto operativo diario del palacio es  astronómico. Al margen de la gran fortuna personal de Mohamed VI y de su enorme  influencia en las instituciones políticas del país, Marruecos es un Estado que  ha firmado tratados internacionales vinculantes. Al hacer caso omiso de esas  normas internacionales, de los derechos humanos y de la Corte Internacional de  Justicia, Mohamed VI se comporta como si fuera un déspota  medieval.
La política  exterior de Mohamed VI es burda y huele a podrido. En cada desafío  subyace la amenaza implícita a España de lanzar a un sinfín de marroquíes pobres  y desesperados a que crucen el Estrecho para pasar a Europa. O, peor,  interrumpir la cooperación en materia de "terrorismo". En otras palabras, hacer  la vista gorda ante fundamentalistas islámicos que podrían volar en pedazos a  más civiles inocentes en Europa. Tal vez ese sea el motivo por el que la  reacción del PSOE ha sido tan bochornosamente insulsa.
Mohamed VI es un  hipócrita. El 22 de junio de 2000, la Universidad George Washington lo  nombró doctor honoris causa "por su labor de fomento de la democracia en  Marruecos". Deberían despojarlo de ese honor. En un incendiario discurso  pronunciado el 4 de noviembre declaró que "o se es patriota o se es traidor",  condenando así a todos aquellos que se nieguen a aceptar la soberanía de  Marruecos sobre el Sáhara Occidental, lo cual, a su vez, llevó a una mayor  represión de la resistencia pacífica.
Los funcionarios de  Mohamed VI ponen como condición para devolverle el pasaporte a Aminatou Haidar  que esta le pida disculpas al rey por haber cometido la temeridad de escribir en  la tarjeta de embarque que su país de origen era el Sáhara Occidental y no  Marruecos. Y esto se le exige a una mujer que pasó cuatro años desaparecida en  un campo de detención secreto donde sufrió todo tipo de torturas. Le vendaron  los ojos, la amordazaron, la golpearon, la sometieron a electroshock y la  amenazaron con violarla. Si Mohamed VI tuviese un ápice de humanidad, sería él  quien le suplicaría perdón de rodillas.
La gran tragedia es que,  mientras el continente africano sangra por los cuatro costados y gran parte del  mundo musulmán está sumida en la violencia y la desesperación, en medio de todo  ello se encuentra Aminatou Haidar, una figura frágil comprometida con la  resistencia pacífica.
Confiamos en que, antes de  que muera, se escriba otra carta, dirigida a Mohamed VI y firmada por ciudadanos  de todo el mundo (incluido el presidente Rodríguez Zapatero), en la que se les  exija a Mohamed VI y a su Gobierno que respeten el derecho internacional y pasen  a formar parte del mundo civilizado.
Cuando pensamos en ese  hombrecillo sentado junto al teléfono en su enorme palacio -bastaría con una  llamada para devolverle el pasaporte a Haidar y permitirle así reunirse con sus  dos hijos, que están destrozados-, nos acordamos de los antiguos emperadores  romanos, que subiendo o bajando el pulgar decidían la vida o la muerte de sus  cautivos. Aunque Mohamed VI tal vez se sienta todopoderoso en su opulento  palacio, de tener una pizca de imaginación y visión histórica se daría cuenta de  que, si permite la muerte de Haidar, el cristalino espíritu de resistencia  pacífica de esta mujer revelará la insignificancia de su crueldad, siempre corta  de miras, allá donde vaya durante el resto de su vida. Si acaso hay justicia, se  le dará el mismo trato que recibió Bush cuando le lanzaron un zapato en Bagdad y  se convertirá en real persona non grata para el mundo civilizado. No pedimos  favores que tengan que tramar en privado dos reyes. Exigimos justicia, como  seres humanos.
1 comentari:
No se quien ha escrito esto, pero simplemente es un texto "cum laude"
En fin, para subscribirlo, en su totalidad.
Muchas gracias a quien lo ha hecho
Leonardo Urrutia.
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